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"Infoxicación"

Una vez más Metrópolis acude fiel a su cita con la creatividad más innovadora en El Sol, Festival iberoamericano de comunicación publicitaria que tuvo lugar en San Sebastián, del 26 al 28 de mayo.

El festival, desde su primera edición en 1986, se ha convertido en el más prestigioso foro de reunión del sector publicitario en nuestro país. Poco a poco, ha ido adaptándose a la nueva realidad del mercado incorporando nuevas categorías más coherentes con el nuevo entorno digital.

Metrópolis recoge una selección de los mejores trabajos presentes dentro de la categoría TV/Cine en esta edición, piezas que destacan por su creatividad e ingenio unidos al humor que caracteriza la publicidad iberoamericana. Trabajos como AFR Introducción (DEL CAMPO NAZCA SAATCHI & SAATCHI), Luces (PUBLICIS), Narigómetro (DEL CAMPO NAZCA SAATCHI & SAATCHI) o Gestoría Aquarius: Marcianas (SRA. RUSHMORE) son un claro ejemplo del ingenio desarrollado por los creativos en los últimos años.

Os dejo uno de los que más me han gustado, todo una obra de arte:


El que no inventa no vive

No siempre lo urgente es lo más importante. No siempre lo último que has visto os has pensado deberías escribirlo. Tengo varias entradas por hacer, pero voy a lo más inmediato. Ayer descubrí una página en la que se recogen fotografías buenísimas que darán para más de un post: theselby.com


Como hace poco que fue el día del libro y ayer le dieron el premio Cervantes a Matute esto sirve de homenaje a la lectura: "El que no inventa no vive" o "Creánse mis historias porque me has he inventado", estas fueron algunas de las frases que ya se han hecho célebres del discurso de agradecimiento, como célebre es que se tomara un gin-tónic y unas pastas antes de leerlo.  



La página recoge álbumes enteros de los parajes más recónditos y las personas más extravagantes. En su mayoría son artistas: pintores, diseñadores de moda, escultores, cocineros o sólo gente extraña con casas alucinantes. Sobre todo me gustó la mirada, una mirada atenta que se para y atiende a los detalles y los capta con una exquisita belleza.

Desencuentros con Bob Dylan



Tengo una experiencia con Bob Dylan que no me ha ocurrido antes con ningún personaje. Miento, me ha ocurrido con Wilde. Si se escribiese una novela relatando a cualquiera de estos dos personajes...sin duda sería una gran novela.
A veces he imaginado un encuentro entre Dylan y yo, creo que podría escribir un libro entero sólo con esa escena. Estoy convencida de que me resultaría un encuentro poco satisfactorio, aunque me gusta imaginarme que no. Bob Dylan, al igual que Wilde, se ama profundamente, creo que es el mayor de los dolores de un artista que conoce su genio.
Si me encontrara con él en un café de Greenwich Village en los años 60 creo que, en realidad, no habría un encuentro y estoy hablando de un desencuentro con Dylan. No me importa, lo observaría desde mi posición y a partir de esta, imaginaría encuentros con el artista en los que, principalmente, hablaríamos de él. En estos encuentros imaginarios dentro de una escena igualmente imaginaria, lo observaría, lo escucharía y entonces trataría de hacerle comprender tal o cual cosa. Sacaría el maternalismo que es propio de las mujeres y entonces, la conversación se volvería tibia, carente de interés, por haber intentado cambiar lo que hace de él un artista. Un nuevo desencuentro dentro del encuentro.

Bob Dylan es una especie de paradoja hecha ser humano que no termino de entender y que, a mi modo de ver, es su atractivo principal. Al comenzar su carrera era una especie de niño adulto y ahora, 50 años más tarde, es un viejo adolescente. Dylan reunía en sus inicios la confusión de la adolescencia y la sabiduría de la edad adulta en una misma personalidad. Se mostraba indiferente a las preguntas de los medios y creaba desconcierto. Se pronunciaba a través de sus versos y no decía nada más, todo lo que tenía que aportar ya estaba dicho. Nadie sabía muy bien qué quería decir con sus canciones, pero todos intuían que era algo importante. Yo creo que Bob decía exactamente lo que quería decir. Pensaba algo y lo decía.

Los jóvenes americanos creían en su música, que suponía un redescubrimiento del folk, del country, del blues, del gospel americanos que Dylan personalizaba sin perderles el respeto. Creían en su voz rasgada que rompía con la norma de los cantantes con voces inmaculadas y que aportaba sinceridad a su paradojicamente confuso discurso. Creían en sus letras, que abordaban temas sociales y filosóficos con influencias literarias.
Sin embargo, a Dylan no le importaba. Él se debe a su público, pero su música nunca ha sido de su público. Siempre lo han criticado, pero, su música se ha mantenido imperecedera. Dylan reinventó primero la música americana y ahora se reinventa a sí mismo constantemente en la transformación de sus canciones que siempre serán suyas porque solamente él puede hacer que una canción siga siendo la misma de mil formas diferentes.
Probablemente nunca entenderé a Dylan, por eso me encanta.
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La indefinición del concepto moda


Pensar en la moda me marea. Cada vez entiendo menos lo que este concepto significa. Se ha extendido tanto en tantas direcciones que ya no lo comprendo. Lo que en su inicio fue concreto se ha convertido en abstracto . O tiene un montón de significados o no se conoce su límite. Cada uno lo entiende como quiere o como puede y en realidad, no sé si alguien sabe lo que es, lo que puede inducirnos a pensar que todo es moda. No creo que sea así, pero es verdad que vivimos en una época de masificación de gustos, preferencias, ideologías y formas de actuar. Por ejemplo ¿existe la política? ¿Hay ideología o hay personas que gestionan bien su imagen y que prometen hacer lo que está de moda pensar? Ecologismo, sostenibilidad etc.

La sociedad de consumo, el imperio del "usar y tirar" también están dentro del "sistema moda". Compramos, usamos, tiramos. Compramos lo que queremos tener y está bien tener pero ¿tenemos por nosotros o por los otros? Está bien tener por los otros. Está bien expresarse y comunicarse. Pero ¿hasta qué punto? ¡Orden!

Dentro de lo que propiamente entendemos como moda las cosas han cambiado. Ya no son las marcas las que establecen tendencias. Florecen los blogs en la red y de pronto, una niña de 12 años llamada Tavi se sienta en primera fila en los desfiles y mueve su cabecita aprobando y desaprobando lo que finalmente llegará a mi armario. Entonces pienso en lo poco que me importa la moda. El otro día pensé en crear la moda de ir contra la moda. ¿Es eso posible? No. No, porque no tendría el respaldo del mercado. Es un imposible.

Creo que con el arte ha pasado algo parecido a lo ocurrido con la moda. Cada uno entiende lo que le parece, todo vale. Moda y arte están relacionados. ¿Es arte la moda? ¿Es moda el arte? Mira, no sé.

A pesar de todo esto que digo, me siento muy atraída por la moda. Me parece necesaria. Me gusta cuando las personas tienen un estilo propio. Me gusta el reflejo de lo que las personas son en su aparecer. Me gusta The Sartorialist y cuando las personas no se visten para aparecer en ese blog. Me gustan las personas.


Google hace arte

Google siempre nos sorprende con sus cambios en el logo de la página principal del buscador y nos recuerda fechas o acontecimientos importantes. Sin embargo, hace una semana nadie sabía el por qué de ese logo, aunque parecía ser un preludio de las novedades que presentarían al día siguiente. Al interesarme por este tema me encontré con una página en la que se guardaban todos los logos. Os dejo algunas muestras de las maravillas que los artistas de Google han realizado:




Y también dos huevos duros


Me he sentado un rato a construir oraciones sin pensar en nada, tampoco en las palabras que escribía, pero el ejercicio ha resultado inútil, probablemente porque era absurdo, y el texto se ha llenado de sentido. No ha salido como yo esperaba y eso no es bueno ni malo, es incómodo. Entonces me he hecho "dueña del lugar y de la situación" y he decidido escribir algo sobre Groucho Marx porque el otro día de pronto, me vino a la cabeza este hombre genial.

Creo que en manos de Groucho el humor se convierte en una clase de arte. Su ingeniosa forma de reirse de todo te permite entrever una visión incrédula y desconfiada de la vida, convirtiéndose en una magnífica forma de expresión.

Groucho nació en una familia judía de cinco hermanos, dos de ellos, Harpo y Chico, formaron con él el grupo de los hermanos Marx. De los tres Groucho fue el mejor. Charles Chaplin le dijo una vez: "Me gustaría poder hablar como tú en pantalla" y Groucho lo consideró el mejor cumplido que le habían hecho nunca.

Se casó tres veces y se divorció otras tantas, lo que te hace comprender su rechazo al matrimonio y chistes como este: "Me casé en un juzgado. Tendría que haber pedido un jurado."

Groucho padecía de insomnio, enfermedad que le atormentaba por las noches y le hizo decir cosas como esta: "Durante mis años formativos en el colchón me entregué a profundas cavilaciones sobre el problema del imsomnio. Al comprender que pronto no quedarían ovejas que contar para todos, intenté el experimento de contar porciones de oveja en lugar del animal entero". Esta cita me divierte mucho.

Groucho era un voraz lector, era sabido su amplio conocimiento literario y su correspondencia con gigantes literatos como T.S.Eliot y Carl Sandburg. Dijo: "Fuera del perro, el libro es el mejor amigo del hombre. Dentro del perro, está demasiado oscuro para leer".

Hizo ganar prestigio y mucho dinero a la industria tabacalera que lo tenía como un valioso prescriptor. Cuando su hijo una vez le preguntó si le enfadaba que hubiese fumado, él le contestó: "En absoluto. Fumar no te hará daño. He fumado durante años y excepto porque me hace sentir terriblemente mal todo el tiempo no me ha dañado nada."

Creo que Groucho se caracterizó también por su afan de contradicción. Se dice que una vez dijo: "bebo para hacer interesantes a los demás."Sin embargo, Groucho no era bebedor, sólo lo fue en los días en que se aprobó la ley seca.

La habilidad de Groucho para jugar con las palabras con rápido ingenio consiguiendo sentidos inesperados me hace sentir gran admiración hacia él. Aunque tenía una fuerte inclinación a lo sexual, Groucho nunca fue un humorista grosero ni tosco y de algunos de sus chistes más picantes era más notoria la inteligente ocurrencia que su contenido burdo. Eso me gusta de él, porque los chistes groseros no me hacen ninguna gracia pero las ocurrencias extravagantes y divertidas en mentes como la de Groucho, me hacen mucha.

Otras citas que me divierten mucho:

"Citadme diciendo que me han citado mal".

"Creo que la televisión es muy educativa.Cuando alguien la enciende me voy a leer un libro".

"Disculpen si les llamo caballeros, pero todavía no les conozco bien".

"Él puede parecer un idiota y actuar como un idiota, pero no se deje usted engañar, es realmente un idiota."(impresionante.)

"He pasado la mejor noche de mi vida, pero no ha sido esta."

"Hoy no tengo tiempo para almorzar, traiga la cuenta".

"No puedo decir que no estoy en desacuerdo contigo".

"No reirse de nada es de tontos, reirse de todo es de estúpidos."


Os aconsejo que veáis "Una noche en la Ópera". Me gusta especialmente la escena de la cena. La tenéis en You Tube. Os dejo otra escena muy buena, también de esa película.

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tube.com/v/d9JaykwWpFg?fs=1&hl=es_ES"


Bonita novela


Una vez más me he sentado sin saber qué escribir. No me preocupa porque no es por falta de ideas sino más bien por una carencia de orden mental que en este momento trato de paliar sobre el papel.


Ya empiezo. Hace unos pocos días me he terminado una novela que me ha sorprendido gratamente. Nos hemos referido a ella en este blog en posts anteriores y hoy quiero hacer mi pequeño comentario crítico. La novela es "La elegancia del erizo" de Muriel Barbery. Mi madre, me la recomendó hace cosa de un año cuando se la leyó, pero se la dio a mi hermano que este verano ha dejado en mi habitación un montón de libros que creo que me harán un buen papel este curso. De entre estos libros "La elegancia del erizo" era sin lugar a dudas el menos arduo y yo buscaba una lectura sencilla para las tardes de calor de Madrid después del trabajo, así que la elegí rápidamente.

La verdad es que me considero una mediocre lectora de la novela clásica y soy, de esto no cabe duda, una nefasta lectora de las novelitas actuales. Estas que se ponen de moda, que todo el mundo lee al mismo tiempo y que después se esfuman sin dejar huella en su lector. Me solía dar mucha rabia cuando un profesor que tenía yo el año pasado nos decía que hay que leerlo todo para saber más de la sociedad en la que vivimos. Yo soy de otra opinión la verdad. Hay novelas que son eternas y lo son precisamente porque saben captar la esencia del ser humano. Porque antes, ahora y siempre han sabido identificar al individuo consigo mismo y con el resto. Porque no cuentan historias, "cuentan personas". Además, el tiempo apremia, así que más vale que lo invirtamos en buenas lecturas.


Pues bien, la razón por la que hablo de esta novela es porque es una de estas que todo el mundo lee y sin embargo en ella no importa tanto la historia como las personas. Es una novela muy sencilla, escrita en un lenguaje claro que te permite pasar las páginas rápidamente sin reparos. La he encontrado reflexiva, inteligente, delicada y femenina. Habla de arte, de filosofía, de literatura y, qué delicia, de la belleza de la gramática.
Considero inútil hacer resúmenes de historias casi inexistentes y me resulta imposible resumir a una persona. Así que escribo algún parrafillo del libro para que conozcáis un poco a sus protagonistas.


Esta es Paloma, la niña de doce años:

"Mamá acaba de pasar en dirección a la puerta principal, se va a hacer la compra y de hecho, ya está fuera, su movimiento se anticipa a sí mismo. No sé muy bien cómo explicarlo, pero cuando te desplazas, de alguna manera ese movimiento hacia algo te desestructura: estás ahí y a la vez ya no estás porque ya estas yendo a otra parte, no se si me explico. Para dejar de desestructurarse, habría que dejar de moverse por completo. O te mueves y ya no estás entero, o estás entero y no te puedes mover."

Esta es Renée, la portera, de unos cincuenta años:
"¿Saben ustedes que nuestra conciencia no aprehende nada de una sentada, sino que efectúa complicadas serie de síntesis que mediante perfilados sucesivos, consiguen que nuestros sentidos perciban objetos diversos como, por ejemplo, un gato, una escoba o un matamoscas? (...) Estaremos de acuerdo en que ese saber resulta muy útil. Resulta difícil imaginar a Manuela utilizando un matamoscas sin echar mano inmediatamente del saber que tiene de los distintos perfilados necesarios para su aprehensión."
Espero que este par de párrafos os hayan resultado atractivos y os animen a leer un libro que te hace pasar un tiempo agradable y relajado.

The times they are a-changing


Piensa en esto:

(Hay un vídeo de la canción al final del post. Te aconsejo que la escuches mientras lees la letra y que después vuelvas a leerla una y otra y otra vez.)


Come gather round people wherever you roam

And admit that the waters around you have grown

And accept it that soon you´ll be drenched to the bone

If your time to you is worth saving

Then you better start swimming or you´ll sink like a stone

For the times they are a-changing



Come writers and critics who prophesice with your pen

And keep your eyes wide, the chance won´t come again

And don´t speak too soon for the wheel´s still in spin

And there´s no telling who that it´s naming

For the loser now will be later to win

For the times they are a- changing



Come senators, congressmen, please heed the call

Don´t stand in the doorway, don´t block the hall

For he that gets hurt will be he who has stalled

There´s a battle outside and it´s raging

It´ll soon shake your windows and rattle your walls

For the times they are a-changing



Come mothers and fathers throughout the land

And don´t criticise what you can´t understand

Your sons and your daughters are beyond you command

Your old road is rapidly aging

Please get out of the new one if you can´t lend your hand

For the times they are a-changing



The line it is drawn, the curse it is cast

The slow one now will later be fast

As the present now will later be past

The order is rapidly fading

And the first one now will later be last

For the times they are a-changing







Divagación acerca del arte del siglo XX




Estudiar los movimientos artísticos del siglo XX es tremendamente inspirador. Contemplar la sucesión de estilos artísticos y ubicarlos en un contexto determinado permite una comprensión mayor, no tanto sobre sucesos históricos concretos como acerca de las actitudes humanas ante estos sucesos que conformaron un clima social determinado. Porque, aunque la obra de un artista no retrata la situación de una sociedad sino más bien una visión propia sobre lo que le rodea, el "genius loci" forma parte del artista y el artista forma parte de este.

A principios del siglo XX comienzan las corrientes de vanguardia con la intención de romper con el academicismo artistico que pretendía la representación fiel de la realidad. La aparición en escena de la fotografía y el cine impulsará la negación de la tradición artística y a partir de esta, el arte se convierte, al menos así lo entiendo yo, en una manifestación de la visión del artista ante la vida y por tanto en una vía de autoafirmación.

Resulta muy interesante observar cómo los movimientos que se fueron sucediendo en este siglo no son independientes entre sí, sino que son el resultado de una concatenación de técnicas que evolucionan, de reacciones de unos movimientos contra otros o de la superación de una forma artística anterior. De este modo, el Expresionismo puede considerarse una superación del Fauvismo porque, aunque conserva en muchos casos la técnica colorista carente de perspectiva que caracteriza a este movimiento, evoluciona con la introducción de la expresión de los sentimientos del artista en la época previa a la Primera Guerra Mundial. Esto va a desembocar, por un lado, en la plasmación de una visión trágica de la vida que llevará a la distorsión de la realidad representada y por otro lado, en la negación de la realidad a través del desarrollo de los movimientos de abstracción y de la pintura surrealista.
Además, el desarrollo del arte tendrá a partir de ahora una dimensión intelectual, en muchos casos ligada a las filosofías existencialistas de Nietzsche o Shopenhauer y a la teoría psicoanalítica de Freud, ejemplo de esto es la Pintura Metafísica de Chirico, el Dadaísmo con Duchamp como máximo representante y el Surrealismo de Dalí.

Todo esto para concluir con la famosa tesis de Gombrich que dice que "no hay arte, hay artistas". Es decir, que cada manifestación artística es propia del lugar y del momento en que se desarrolla y del individuo que la ejecuta. Lo que, en mi opinión, nos puede dar nociones acerca del pasado y en relación con el momento actual.

Hojas en blanco


Uno de mis pensamientos favoritos, que siempre me acompaña cuando me pongo a escribir unas pocas líneas como estas, es la aventura que supone enfrentarse a una hoja en blanco.

Es una mezcla de pánico y emoción ante un mundo de posibilidades, lleno hasta los topes de cosas que quieres decir y que configuran en tu mente una unidad abstracta que tienes que esculpir para que adquiera sentido sobre el limitado espacio en blanco.


Yo, en estas ocasiones, suelo recurrir al buen consejo que el maestro da a su pupilo en la película "Finding Forrester". Alguien me lo recordó una vez cuando le conté este pensamiento, que estaba suponiendo entonces para mi una frustración. Lo he adoptado y quiero compartirlo con vosotros para que cuando estéis en esta situación os digáis a vosotros mismos "just write", "just draw" ... ¿tendrá razón Nike? ¿Just do it?




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Reflexión de un relato no acabado



Paseé la mirada por la inmensa estantería desbordada de libros. Me pregunté qué habría en el interior de esos tochos. Me hice consciente de que no estaba sólo ante un montón de páginas escritas, sino que lo que miraba eran decenas, cientos de historias mejor o peor contadas por alguien, en un momento determinado de nuestro transcurrir, que habían ido a parar a aquella biblioteca. En ella se apretujaban unas a otras conservando cada una con celo el espacio que le pertenece por derecho, ese que necesita una historia para cumplir su propósito, el de ser contada.


Así comencé una vez un relato que quiso hablar de lo pequeña que se siente una persona ante la inmensidad del conocimiento, de la importancia de saber elegir adecuadamente lo que lees, del necesario ejercicio de superar el esfuerzo que requiere la lectura de un libro, de la inmediatez como valor supremo en nuestra sociedad que dificulta la detallada lectura de un buen libro y de la necesidad que nos hemos creado de consumir y desechar historias a un ritmo desenfrenado. Demasiadas cosas para contar en un solo relato, quizá por eso nunca lo terminé.



A veces, me sorprendo a mi misma pasando las páginas del libro con la única intención de llegar al final de la historia. Ayer mismo pensé en esto mientras leía la novela de Delibes, "Mi idolatrado hijo Sisí", maravillosamente bien escrita y sobre cuyas páginas deslizaba la mirada con rapidez sin detenerme ante su estilo. Entonces me vino a la cabeza ese relato nunca escrito y todas esas cosas que quiso decir.


Por otro lado, he estado pensando en las consecuencias de la democratización de la literatura, que favorece que cualquiera hoy pueda publicar un libro sin excesiva dificultad. Esto unido a una creciente necesidad de expresión por un deseo en auge de autoafirmación nos ha llevado a nadar en un mar de mala literatura.



A lo que voy es a decir que elegir es cada vez más difícil y disfrutar de lo bueno, dadas las circunstancias, también.

Viena: 1900

Adolf Hitler definió la ciudad de Viena como una apreciada perla a la que engarzar en su valioso collar imperial. El eclecticismo que rezumaban sus edificios, la pomposidad que contenían sus fachadas, la suntuosidad con la que la línea curva decoraba el mobiliario urbano. Todo ello reflejaba el estilo de vida vienesa fastuosa. Una vida anclada en el recuerdo de su glorioso pasado pero con pocas vistas a un futuro prometedor. Sus calles desprendían el dulce aroma del adorno que había embelesado a la vieja burguesía prisionera del imperio de Francisco Jose. Viena parecía estar condenada a girar eternamente sobre su mismo pasado, de la misma manera que lo hacían los discos de sus afamados compositores o sus gentes con el vals en sus recepciones. Pero no todos se dejaron embaucar por los caprichos de la excéntrica sociedad.

Ninguna persona mejor que el propio ciudadano vienes, como era Ernest Gombrich, puede expresar el fenómeno que aconteció en la Viena de 1900: “ El afán de superar a la generación anterior es lo que hace que haya Historia del Arte” . Y es que fue precisamente ese afán de liberar a Viena del adorno, lo que aunó a una generación de artistas jóvenes que desencadenaron una de las mayores revoluciones artísticas conceptuales: el arte moderno.

¿Por qué inspirarse en otros estilos del pasado y no crear uno propio?. El comienzo de siglo requería un estilo nuevo que liberase a la ciudad de la fantasía de la imaginación para manifestar la confianza en la ciencia y en el progreso que transmitía el empleo de la línea recta. Ese progreso racional, apelaba a la línea, a la sobriedad. Como decía Hermann Bach: “Mejorar el gusto estético del país para que viva mejor”.

En la arquitectura esta confianza en el progreso que depositaban los jóvenes se tradujo en desnudar las fachadas de mármol y abrir en ellas amplios y simétricos ventanales, como lo hizo Adolf loos con su Sastrería Goldman&Salatsch. En el caso de los interiores, el yeso, el hierro y el cristal se combinaban con tal sobriedad y simplicidad que el “mismísimo” progreso se hacia presente en una cotidiana casa de correos, como lo quiso transmitir Otto Wagner.

Freud utilizó su diván para desenmascara los males que arrastraban aquellos “payasos tristes” escondidos detrás de la mascara del “adorno” y los pintores; lo hicieron a través de sus lienzos. Las angustias que arrastraba aquella sociedad obsesionada con la muerte fueron liberados mediante el dibujo incorrecto, la acuarela de tonos oscuros y el carboncillo de Schiele y klimt los trató de cifrar a través de musas enigmáticas que entonaban el Himno de la Alegría de beethoven en el edificio del arquitecto Olbrich, sede de la Secesión . Con esta retrospectiva podemos concluir, al igual que lo hace el documental: la Historia se puede contar por medio de la Historia del Arte.

Verano activo

Verano: época de calor, asociada a la playa y a la ociosidad.
Ocio: tiempo para no hacer nada... o ¿para hacerlo todo?

Al menos para hacer algo... Hace unas semanas tuve la oportunidad de visitar el Museo de Bellas Artes de Bilbao, eclipsado actualmente por el Gugenheim, pero no superado. Las obras iban desde el siglo XIII hasta nuestros días. Desde la talla romana anónima hasta la pintura abstracta o la escultura de Chillida.

La conclusión de esa visita fue que no entendemos el arte moderno, y como no lo entendemos, lo desechamos. Sin embargo, me quedé con la intriga sobre la obra de Chillida. Ayer resolví mis dudas. Pude estar el Chillida-Leku, el museo al aire libre donde las obras escultóricas se funden con la naturaleza, como era el deseo del autor.

Arquitecto, escultor, filósofo y hasta un poco místico. Lo último pude comprobarlo en la exposición temporal “Demúsica callada”: textos de San Agustín y de San Juan de la Cruz sirven de complementos a obras que intentan elevar el espíritu a lo más alto y que lo consiguen.

El arte que surge de la crisis


En plena vorágine de crisis económica, la quiebra de bancos, el cierre de empresas y los números rojos de la cuentas de los ciudadanos, nos anuncia el difícil despertar del siglo XXI. Puede que la situación sea catastrófica y desesperante para muchos (por no decir todos), pero puede que para otros, sea precisamente este "caos" la excusa perfecta para dar rienda suelta a lo que todos llevamos dentro: la creatividad, las nuevas ideas.

Sabemos que las cosas no volverán a ser como antes y precisamente sea este sentimiento, el de la necesidad de cambio, el que nos lleve junto con las nuevas ideas a construir una sociedad mejor. Como decía aquel
de los mares en calma no surgen grandes marineros.

Un buen ejemplo del éxito que puede llevar consigo esta "fórmula" (creatividad y necesidad de cambio) es el caso de Barack Obama y su ascenso a la Casa Blanca. Nadie como él y su Partido Demócrata han sabido explotarla al máximo consiguiendo así, ganar las presidenciales en EEUU en tiempo de crisis.

Fórmula = creatividad (yes we can) + necesidad de cambio (change):

Esta fórmula se puede apreciar como una estrategia política actual pero, ¿qué nos dice del arte en tiempos de crisis?


El siglo XX ha sido el siglo de las mayores "crisis" de la historia. Dos Guerras Mundiales, la depresión económica estadounidense, el ascenso de los totalitarismos, campos de concentración o la aparición del tercer mundo. Todo un compendio de desastres que, visto desde el prisma artístico, nos ha dejado cuadros, fotografías, esculturas y edificios catalogados como grandes obras de arte. En el caso de la crisis del 29, los fotógrafos americanos se echaron a la calle para tratar de captar una realidad social, que en cierto sentido, era "creativa": algo que resultaba ajeno, desconocido, como era la deprorable situación en la que se encontraban muchos ciudadanos estadounidenses durante la gran depresión. Ese estar "en el instante y lugar preciso" les catapultó como grandes artistas de su tiempo, como fue el caso de la fotógrafa norteamericana Theodore Lange y su famosa fotografía de Migrant Mother (1936)
o Margaret Bourke-White y su Bread Line during the Louisville flood (1937) al fotografiar la cola formada por hombres de color tras la inundación que hubo en Louisville bajo el cartel publicitario que anunciaba "no hay camino como el Camino Americano".


Este es el caso de dos fotógrafas que hace ochenta años sabían que algo estaba cambiando en su época. La gran depresión se trataba de un periodo único e insólito y que por ello era necesario saber trasmitirlo con cierto creatividad, ciertos ángulos, ciertas relaciones significativas que hiciesen la imagen más fuerte, para que pudiese llegar a todos. Si nuestra generación ha sido bautizada como los "ND" (Nacidos Digitalmente), nadie mejor que nosotros, con nuestra cámara en mano y nuestras redes sociales (facebook, tuenti..) podemos hacer llegar mejor nuestras ideas en tiempos de crisis. Ideas que en el día de mañana pueden cambiar el mundo y porque no, catalogarnos como una generación de verdaderos artistas como lo fueron los fotógrafos de la "crisis" anterior.



REFLEXION[ARTE]



Los impresionistas
El amanecer de la segunda mitad del siglo XIX


En 1874 nació en Francia un movimiento artístico, cuyo nombre deriva de un cuadro de Monet Impression, soleil levant (Impresión del sol naciente). Tuvo corta duración pero fue innovador en cuanto a técnicas pictóricas, ya que a partir de estas, se produjo el arranque de las corrientes artísticas del siglo XX. En lo que se refiere a los rasgos específicos de sus obras, los impresionistas se oponían al arte oficial y junto a ello, al aprendizaje académico, salones, premios y escuelas privadas que este conllevaba. Ese sentimiento individualista hizo que los impresionistas viviesen el rechazo de la sociedad y tuviesen que buscar formas alternativas para la divulgación de sus obras.

Esta ruptura con el arte oficial comienza a verse reflejado en los nuevos e inusuales temas que plasmaron en sus lienzos. Rechazaron los temas cultos y antiguos para apostar por el predominio casi absoluto del paisaje, centrado en la captación de la luz y los reflejos sobre vistas marinas, fluviales o nevadas. La ciudad, sus calles, estaciones, y puentes, la vida real y urbana, preferentemente en los lugares de ocio como las fiestas, los bailes populares, las carreras de caballos o cualquier otro motivo sin importancia, fueron elegidos casualmente por la impresión personal del artista. Abandonaron el tradicional estudio por el que abogaba el arte oficial para poder desarrollar el suyo propio.

Deseaban
ser modernos y esto les llevó a estudiar de la naturaleza por observación directa y objetiva sin posterior elaboración al acudir a esta misma. Es al aire libre donde los impresionistas trataban de aprehender la luz atmosférica cambiante y fugaz a diferentes horas del día. Realizaban series basadas en el estudio científico-químico de la relación luz-color apostando así, por la vibración colorista. La práctica de la pintura al aire libre traía como consecuencia el manejo fugaz del pincel para tratar de aprehender esa luz atmosférica cambiante. Por lo que, en su empeño por conseguir captarla, desarrollaron la pintura rápida que consistía en una técnica fragmentada, suelta y libre, de pinceladas cortas, deshechas, en forma de coma, que dejaban a un lado el dibujo correcto y el modelado de las figuras dando así a sus cuadros, la sensación de inacabado.


El invento de la fotografía fue crucial en la vida de los impresionistas: a pesar de que la realidad estereoscópica se consideraba un rival para el gremio artístico, los impresionistas supieron atacarla en donde esta no se podía defender: el color. Es por esto que, al no verla como un posible competidor, la utilizaron como medio de investigación y búsqueda personal ya que ofrecían visiones cada vez más subjetivas del mundo contemporáneo. Así pues, los escenarios elegidos por los impresionistas se vieron influidos por los encuadres fotográficos en los que, como una instantánea, el movimiento queda congelado y las figuras aparecen seccionadas.

Pero, ¿qué es lo que lleva a los artistas a que salgan de su estudio?, ¿por qué se centraron en la naturaleza y en la vida urbana y abandonaron otros temas como el religioso o el político?, ¿acaso puede tener todo esto una explicación histórica?. El profesor Ernst Gombrich, afirma que la historia del Arte es la historia de los artistas, por lo que, estos como nosotros ahora, estuvieron condicionados por el contexto de la sociedad que les rodeaba: la Francia del último tercio del siglo XIX.

Contexto histórico

Como podemos intuir, Francia estaba atravesando una buena situación económica debida a la reciente revolución industrial que tuvo lugar durante el Segundo Imperio entre 1851 y 1870. Esta época se caracterizaba por el triunfo de la economía capitalista gracias a una industrialización predominantemente textil y siderúrgica.

Por otra parte, el colonialismo también contribuyo a su desarrollo ya que, debido a la explotación de las colonias, se podían obtener materias primas indispensables para la industria europea que intensificaban el comercio y aseguraba el consumo de los productos industriales con los grandes mercados coloniales. Su imperio colonial estaba compuesto por territorios como Argelia, Túnez, Marruecos, Senegal, Congo, Gabón, Madagascar e Indochina entre otros.

Gracias a estas posesiones y al alto nivel industrial, Francia se convirtió en una potente fuerza militar. En cuanto a su política exterior, destaca también enfrentamientos con otras potencias como fue la
Guerra franco-prusiana de 1870, en la que el ejercito prusiano, reforzado por los ejércitos de los demás reinos alemanes, derrotó al francés en Sedan Como consecuencia de esta derrota, Francia perdió dos ricas regiones: Alsacia y Lorena, a demás de contribuir con grandes sumas de dinero en concepto de reparaciones de guerra.

Esta derrota no sólo supuso la pérdida de un gran ejército, sino el honor de Francia como potencia mundial y el vacío de poder. Este hecho fue aprovechado por las organizaciones obreras y por sectores de la pequeña burguesía para forjar una insurrección popular que terminó con el debilitado Imperio de Napoleón III y la instauración de un nuevo gobierno en 1871:
la Comuna de París. Durante este periodo, se intentó aplicar un programa revolucionario inspirando en ideas socialistas y democráticas: la elección del gobierno por sufragio universal, la separación de la Iglesia del Estado o la formación de una milicia popular fueron algunas de las muchas medidas.
Analizado el contexto histórico francés de la segunda mitad del SXIX, es comprensible el desarrollo de un movimiento artístico que buscase salir del estudio y que se abriese a nuevos horizontes y perspectivas ya que, de alguna forma, lo hizo análogamente Francia con su expansión colonial: dominó “nuevos horizontes, nuevas perspectivas”.


También podemos observar la tensión que se establece entre el arte y la historia en la necesidad de plasmar la vida urbana. Como hemos señalado, la revolución industrial hizo que Francia se convirtiese en una gran potencia dominada por la clase burguesa. El encumbramiento de la burguesía como grupo privilegiado en el siglo XIX conllevó a la vez, el mantenimiento de los hábitos tomados de la aristocracia y el surgimiento de otros nuevos. La familia burguesa era la célula básica de inserción del individuo en la sociedad y por ello fue objeto preferente de atención y control por parte del Estado.


Los artistas,
como buenos historiadores de su tiempo, se remitían a plasmar lo que veían en la sociedad: cafés, vedes, carreras de caballos, bailes populares. Toda una serie de fiestas y diversiones populares que reflejaban en el fondo la lejanía religiosa de una sociedad que, como más tarde auguraría Nietzsche, “había matado a Dios”. En otras palabras podemos destacar que, el hecho de que los impresionistas no plasmasen en sus cuadros ningún acto piadoso o escena religiosa, manifiesta de forma alguna, el vacío que había hacia Dios, escondido entre farolillos y bailes.

A finales de los ochenta, los impresionistas comenzaron a disgregarse, a tener dudas, a encontrar que su alborozante arte era insuficiente. En realidad fue algo desconcertante el hecho de que en el momento de mayor auge de este nuevo estilo, los impresionistas durasen tan poco tiempo. Pero lo cierto es que, en términos generales, esos artistas de pinceladas cortas y rápidas se percataron de que se hallaban en un callejón estilístico sin salida. Se encontraron de nuevo encerrados en otro “taller estilístico”: el taller de la naturaleza (humana y paisajística) que no les inspiraba más.

Este taller estaba formado por paredes construidas con el material del ocio tan característico de la sociedad francesa en la segunda mitad del siglo XIX. Un ocio, con el que los impresionistas disfrutaron en su momento y con el que tratan de hacernos disfrutar, plasmándolo en sus cuadro. Desde los bulliciosos bares y restaurantes de París donde la sociedad francesa nos transmite el fulgor de la época, hasta aquellos silenciosos días soleados reflejados en ríos y jardines.

Fueron sólo unos pocos, los impresionistas, los que un día decidieron revelarse contra las normas establecidas para llevar el arte a su máxima plenitud.


¿Es que acaso hoy en día a nadie le interesa revelarse por amor al arte?

¡¡ Seamos impresionistas, veamos el mundo con otros ojos!!















¿Dónde están las ideas?

Una amiga me explicaba hace poco grandes acontecimientos de la historia a través de la historia del arte. “La evolución de la historia es la sucesión del arte”. Me explicaba emocionada como la Reforma protestante comenzó después de que Lutero se encontrara con la inmensa construcción del Vaticano, o como la Revolución francesa es el desencanto frente a Versalles. Sin embargo, si el arte se sucede es porque las ideas cambian. No es el arte el que mueve el mundo, sino las ideas. Ideas que los artistas consiguen plasmar y que al mismo tiempo continúan el pensamiento.

Cabría preguntarse ¿qué ideas subyacen hoy en una feria de arte como Arco[1]? Quizás es que hoy en día no hay ideas, no hay arte. ¿Qué es el arte? Todo es arte desde Warhol. El arte hace tiempo que dejó de ser Arte. No hay Arte, hay artistas[2]. El arte es cualquier cosa que esté hecho con una intención artística. La diferencia entre el arte y la artesanía es que la artesanía se realiza con un fin práctico, el arte contemplativo. ¿Puede tener a la vez un fin práctico y contemplativo? Supongo que sí, aunque resulta difícil no desvirtuarlo y hacer algo simplemente “comercial”. Todo puede ser arte si hay intención, si hay reflexión detrás. Es por esa razón que sólo los seres humanos somos capaces de hacer arte.

Uno de los dramas de la sociedad actual es que pocas personas quieren pensar por ellas mismas, hacer suyas las ideas. Quizá porque las ideas también comprometen. Hay que cuidarlas, esperar a que crezcan y dejarlas marchar cuando hayan crecido, deben marchas porque aunque las hagamos nuestras no son de nadie, no tienen dueño. Y sin embargo, podemos hablar de un nuevo renacimiento. Una nueva mirada hacia las letras. Todos nos damos cuenta de que lo primero que hay que establecer en un país para que progrese es una buena educación. Durante mucho tiempo se ha considerado que sólo se podía progresar con la ciencia, ahora eso está cambiando.


Hace poco una frase de alguien de una Delegada internacional de la Universidad me hizo pensar mucho: “Estamos en la Edad Media, pero con tecnología. Faltan ideas”. Ahora parece que el mundo avance muy rápido, la tecnología progresa a pasos agigantados, pero ¿y el pensamiento? Con la tecnología el pensamiento corre más rápido, pero también se nos escapa antes de las manos sin saber a dónde va a conducir y ese considero que es una de las causas de los males de nuestros días.

No nos habíamos acostumbrado a vivir en las ciudades cuando prácticamente podíamos viajar de ciudad en ciudad en el mismo día, y en un abrir y cerrar de ojos podías estar en varías ciudades a la vez desde Internet. Es necesario pensar despacio las implicaciones de tanto avance, cabe preguntarse qué ideas subyacen bajo los adoquines del progreso. Es necesario pensar qué es eso que llamamos Postmodernidad. ¿Dónde están las ideas? Sólo si sabemos qué ideas están moviendo el mundo, sabremos hacia dónde nos dirigimos, podremos darle sentido.


[1] Feria internacional de arte contemporáneo de Madrid
[2] E. H. Gombrich, La historia del arte, Phaidon Press Limited, 1995

Duelo de clásicos

Ayer fue el Día Internacional de la poesía. Hoy no es el del teatro, pero sin duda merece la pena hablar de él. Esta noche vuelven a actuar en el teatro Gayarre Josep María Flotats y Albert Triola, ambos dan vida respectivamente a Descartes y Pascal.

Una arriesgada puesta en escena de dos géneros que parecían olvidados. La trama narra la reunión que tuvieron a puerta cerrada los dos filósofos más célebres de su tiempo. René Descartes tenía entonces 51 años y Blaise Pascal sólo 24 y se encontraba ya seriamente enfermo. De esta conversación histórica, nada se filtró, salvo una o dos notas que ambos pergeñaron sobre el papel. Sin embargo, ahora reviven y se dan cita en un escenario.

Seguro que no tiene desperdicio, como la entrevista que publica el Diario de Navarra de los dos protagonistas: ¡Mucha mierda!