El que no inventa no vive

No siempre lo urgente es lo más importante. No siempre lo último que has visto os has pensado deberías escribirlo. Tengo varias entradas por hacer, pero voy a lo más inmediato. Ayer descubrí una página en la que se recogen fotografías buenísimas que darán para más de un post: theselby.com


Como hace poco que fue el día del libro y ayer le dieron el premio Cervantes a Matute esto sirve de homenaje a la lectura: "El que no inventa no vive" o "Creánse mis historias porque me has he inventado", estas fueron algunas de las frases que ya se han hecho célebres del discurso de agradecimiento, como célebre es que se tomara un gin-tónic y unas pastas antes de leerlo.  



La página recoge álbumes enteros de los parajes más recónditos y las personas más extravagantes. En su mayoría son artistas: pintores, diseñadores de moda, escultores, cocineros o sólo gente extraña con casas alucinantes. Sobre todo me gustó la mirada, una mirada atenta que se para y atiende a los detalles y los capta con una exquisita belleza.

Hay vida fuera de la red



Julia Navarro - Artículo publicado en Mujer hoy.

¿Es obligatorio estar, navegar o hacer gestiones a través de internet? ¿Tenemos derecho a no querer estar, navegar o hacer una gestión a través de la Red? Lo pregunto porque hace unos días fui testigo de una escena que me indignó.

Salían de una oficina de la Administración una señora muy mayor en silla de ruedas, empujada por una más joven, sudam
ericana. La segunda iba llorando y la primera parecía desolada. Esta me hizo una seña para que me acercara. “¿Sabe dónde hay por aquí algún sitio con internet?”, me preguntó. Le indique la dirección de un ciber-café. “¿Y sabe si los empleados ayudan a quienes no saben?”. Respondí que probablemente, mientras buscaba un pañuelo para dárselo.

“A María le toca renovar el permiso de estancia, lleva dos años conmigo. Es boliviana y mi hijo la trajo con un permiso de trabajo, pero ahora él no está... y nos toca a nosotras hacer la renovación”, me explicó. “¿Y qué problema tienen?”, pregunté. “Le enviaron la carta diciendo que le concedían la renovación y que pidiera cita por internet para presentar los papeles. Yo no tengo ordenador y María tampoco sabe manejarlos. La envié a la oficina, pero le dijeron que o pedía cita por internet o no podía entregarlos. Hoy la he acompañado para explicarles que no tenemos ordenador, pero han insistido que si no hacemos la petición por internet no hay nada que hacer”.

No es la primera vez que, en la Administración o fuera de ella, si uno quiere hacer un gestión te remiten a su página web. A mí me irrita sobremanera. Internet es un medio extraordinario pero debería ser voluntario. De la misma manera que uno puede desplazarse andando, en coche particular, en metro o autobús, también deberíamos poder hacer las gestiones burocráticas como nos viniera en gana. Imaginen ustedes la cantidad de personas mayores que no tienen ordenador en casa. Además, están en su derecho de no querer tenerlo. Imaginen también la cantidad de personas que no tienen relación con internet porque en su trabajo no lo necesitan y por tanto les resulta ajeno a sus intereses.

Y, sin embargo, nos quieren imponer que fuera de la Red no hay vida, cuando la vida, la vida real, está en la calle, en el contacto con otras personas. Yo misma no estoy todo el día conectada, de manera que, de vez en cuando, alguien me llama sorprendido de que no haya contestado su correo electrónico o no haya dado respuesta a tal o cual consulta, o no haya acudido a una convocatoria de lo que sea. Siempre respondo lo mismo, que lo siento, pero que si de verdad quieren que me entere de algo que me llamen, que yo puedo pasarme días, semanas, sin mirar mi correo electrónico.

P. D.: Me revienta que me quieran imponer que me comunique, haga gestiones o reciba invitaciones por internet. Prefiero hablar con la gente, ver a mis interlocutores. La Red es estupenda, pero que nos permitan usarla como queramos, no como única alternativa.
Les aseguro que hay vida fuera de internet.

Islandia sí es una revolución

El pasado sábado se celebró en Islandia un referéndum con el que se pretendía cerrar el ciclo iniciado con la crisis financiera de 2008 que llevó a la ruina al país y en cuyo proceso los ciudadanos han demostrado lo que se puede hacer frente a la especulación financiera desregulada. Pero ¿lo han hecho realmente? Y si es así ¿por qué no están inundados los medios de comunicación de noticias relativas al antiguo reino de Thule? ¿Es que acaso no interesa mostrar un camino que se aleja de las autopistas controladas por el FMI y el BM? Todas estas preguntas, y otras muchas, se contestarán de una u otra forma dependiendo de los intereses de la persona que lo haga, pero lo que nadie podrá negar es que los islandeses han sido capaces de mostrarnos una alternativa a las decisiones unánimes que los gobiernos de los principales países del mundo han adoptado para enfrentarse a las consecuencias de la crisis y al papel culpable que se nos asigna a los ciudadanos de a pie en esta trágica pantomima. 
 
Tantas palabras huecas sobre los acontecimientos de los países árabes, tildándolos exageradamente de revolución cuando el poder sigue en manos de los mismos; innumerables artículos dedicados a Grecia, Irlanda y ahora Portugal, y escasísimas referencias a un auténtico proceso revolucionario de consolidación de verdadera democracia sin atisbo alguno de violencia. Sólo los islandeses y su revolución pacífica han sido capaces de derribar un Gobierno en 2009 (el del conservador Geir H. Haarden), redactar una nueva Constitución y encarcelar a muchos de los responsables de la debacle económica del país, consolidando la democracia más antigua del mundo. ¿Cómo lo han conseguido? De una forma muy sencilla, negándose a asumir las deudas contraídas por los bancos privados y aprovechando el caudal que da la democracia para participar en todas las importantes decisiones que se han adoptado en el país desde 2008. 
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Biología y Subjetividad

Más de un centenar de especialistas procedentes de Alemania, Canadá, EE. UU., España, Israel, México, Perú, Polonia, Reino Unido, Uruguay y España han participado en las XLVIII Reuniones Filosóficas de la Universidad de Navarra.

"Biología y Subjetividad" es el título de este encuentro, organizado por la Facultad de Filosofía y Letras y el Proyecto “Mente-cerebro: biología y subjetividad en la filosofía y la neurociencia contemporáneas”, del Instituto Cultura y Sociedad (ICS) del centro académico.

La finalidad de las XLVIII Reuniones Filosóficas es explorar desde distintas perspectivas filosóficas los problemas derivados de la neurociencia en la comprensión de la subjetividad humana y proponer aportaciones que contribuyan a enriquecer y orientar la investigación científica.

A lo largo de las jornadas han intervenido, entre otros, Jhon Conttingham, de la Universidad de Reading (Reino Unido); Dieter Sturma, de la Universidad de Bonn (Alemania); Gyula Klima, de Fordham University (EE. UU.); Thomas Buchheim, de Ludwig-Maximilians-Universität München (Alemania); Juan Arana, de la Universidad de Sevilla; María Cerezo, de la Universidad de Murcia; y Miguel García-Valdecasas y José Ignacio Murillo, de la Universidad de Navarra.