
La plaza, la plaza...

Análisis del #15M con José Luis Sampedro
Hay vida fuera de la red
Julia Navarro - Artículo publicado en Mujer hoy.
¿Es obligatorio estar, navegar o hacer gestiones a través de internet? ¿Tenemos derecho a no querer estar, navegar o hacer una gestión a través de la Red? Lo pregunto porque hace unos días fui testigo de una escena que me indignó.
Salían de una oficina de la Administración una señora muy mayor en silla de ruedas, empujada por una más joven, sudamericana. La segunda iba llorando y la primera parecía desolada. Esta me hizo una seña para que me acercara. “¿Sabe dónde hay por aquí algún sitio con internet?”, me preguntó. Le indique la dirección de un ciber-café. “¿Y sabe si los empleados ayudan a quienes no saben?”. Respondí que probablemente, mientras buscaba un pañuelo para dárselo.
“A María le toca renovar el permiso de estancia, lleva dos años conmigo. Es boliviana y mi hijo la trajo con un permiso de trabajo, pero ahora él no está... y nos toca a nosotras hacer la renovación”, me explicó. “¿Y qué problema tienen?”, pregunté. “Le enviaron la carta diciendo que le concedían la renovación y que pidiera cita por internet para presentar los papeles. Yo no tengo ordenador y María tampoco sabe manejarlos. La envié a la oficina, pero le dijeron que o pedía cita por internet o no podía entregarlos. Hoy la he acompañado para explicarles que no tenemos ordenador, pero han insistido que si no hacemos la petición por internet no hay nada que hacer”.
No es la primera vez que, en la Administración o fuera de ella, si uno quiere hacer un gestión te remiten a su página web. A mí me irrita sobremanera. Internet es un medio extraordinario pero debería ser voluntario. De la misma manera que uno puede desplazarse andando, en coche particular, en metro o autobús, también deberíamos poder hacer las gestiones burocráticas como nos viniera en gana. Imaginen ustedes la cantidad de personas mayores que no tienen ordenador en casa. Además, están en su derecho de no querer tenerlo. Imaginen también la cantidad de personas que no tienen relación con internet porque en su trabajo no lo necesitan y por tanto les resulta ajeno a sus intereses.
Y, sin embargo, nos quieren imponer que fuera de la Red no hay vida, cuando la vida, la vida real, está en la calle, en el contacto con otras personas. Yo misma no estoy todo el día conectada, de manera que, de vez en cuando, alguien me llama sorprendido de que no haya contestado su correo electrónico o no haya dado respuesta a tal o cual consulta, o no haya acudido a una convocatoria de lo que sea. Siempre respondo lo mismo, que lo siento, pero que si de verdad quieren que me entere de algo que me llamen, que yo puedo pasarme días, semanas, sin mirar mi correo electrónico.
P. D.: Me revienta que me quieran imponer que me comunique, haga gestiones o reciba invitaciones por internet. Prefiero hablar con la gente, ver a mis interlocutores. La Red es estupenda, pero que nos permitan usarla como queramos, no como única alternativa. Les aseguro que hay vida fuera de internet.
Infancia, libertad, redención y muerte
Hace poco me dieron recuerdos de una amiga de la infancia. Al principio no me acordaba de ella en absoluto, aunque ella parecía recordar muchos pormenores: cuando atamos a mi hermano pequeño a una silla para que no se moviera, cuando planeamos escaparnos de casa con ocho años, etc. Frente a tantos detalles era imposible negar la evidencia. Fue entonces cuando empecé a pensar en diferentes amigos de la infancia y cómo me habían influido o les podía haber influido yo.
A los padres de ambos protagonista les va mal en su trabajo, en ambos casos el negocio familiar quiebra, pero mientras a uno eso le lleva a una revalorización del esfuerzo, del trabajo, de la unión familiar, a otro le lleva al odio y a la venganza. Sí, también está el elemento de la guerra donde no parece que hubiera mucho donde elegir. ¿O sí? Como muestra la película la Guerra Civil española no es una cuestión de buenos o malos sino que te tocaba el bando según donde residieras. Aún así me parece interesante que esa cuestión no es del todo determinante. La guerra no se elige, pero sí la postura frente a ella. En definitiva la vida no se elige, pero sí la postura que se toma frente a ella. Libertad. Puede que también vaya de eso la película.
Apocalipsis now?
El imperio de lo efímero

Rescato un libro que leí el año pasado. Reconozco que influyó mucho en mi modo de pensar sobre cómo son las cosas en este momento. "El imperio de lo efímero" describe el fenómeno de "la moda plena". Según Lipovetsky, la sociedad se rige por un proceso de moda que programa lo cotidiano. El autor define este regimen con tres principios: lo efímero, la seducción y la diferenciación marginal.
Habla de la expansión de estos principios a todos los ámbitos que ha dado lugar a ideologías ligeras y frívolas. Se ha dispuesto que la apertura al futuro es necesariamente la renovación de lo que ya existe. La política, la industria musical, literaria y tecnológica, la moda, el cine, el star system...son ámbitos sociales que sufren de la necesidad continua de innovación.
Crear cosas nuevas parece la única forma de ser bueno en algo. Negar que lo que no es nuevo es bueno parece la única forma de ser moderno. Posiblemente Lipovetsky exagera, pero yo le creo. También yo exagero, lo sé, pero hay algo de verdad en estas líneas.
Pronúnciese elegetebé
Estoy seguro de que esa pandilla de bobos socialmente correctos, que se extiende cual mancha de aceite de oliva virgen, no se da cuenta del lío en que está metiendo a la gente -recuerden a la pobre mujer que habló en la radio de subsaharianos afroamericanos-. De la confusión a que nos expone cuando mezcla conceptos lógicos y respetables con desvaríos de género y génera, con radicalismos idiotas que camuflan la entraña del asunto: la necesidad indiscutible de orientar a la sociedad hacia un cambio de mentalidad y actitudes, haciendo justicia a colectivos sometidos al ninguneo y al desprecio. Sin embargo, para eso hacen falta cultura e inteligencia, elementos poco habituales en la clase política y sus clientes subvencionados. Es más fácil apuntarse dos capotazos en plan caricatura, tachando de reaccionario, machista y homófobo a quien discrepe de las maneras o, con toda la razón del mundo, se chotee del negocio. Ya me dirán ustedes qué suerte puede correr una causa, por noble y razonable que sea, cuando se aliña con estupideces como que es necesario proscribir la expresión «relaciones entre chicos y chicas», por excluyente, cambiándola por «relaciones sexuales»; o cuando se afirma que la palabra homosexual se usa de forma limitadora e «invisibilidad» a las lesbianas, y debe sustituirse de inmediato, por escrito y en el habla cotidiana, por las siglas LGTB. Que engloban a lesbianas, gays, transexuales y bisexuales, y además queda más corto y manejable «por economía lingüística».
De manera que, señoras y caballeros, ha nacido otra estrella. Según la guía valenciana, usted y yo deberemos decir en adelante, so pena de ser llamados fascistas homófobos, «Día del orgullo LGTB» -pronunciado elegetebé, ojo-, «comunidad LGTB» y «LGTBfobia». El puntazo, sin embargo, viene al final, cuando la guía se refiere a condenables «expresiones heterosexistes com ara donar per cul». Lo que significa que, a partir de ahora, tampoco podremos utilizar la gráfica, rotunda y siempre útil -especialmente en España- expresión «vete a tomar por culo». Por elegetebefóbica.
¿Cuál es tu sueño?
¿Amnesia colectiva o desconocimiento general?

Blood Money

A la vez, la Ministra de Cultura califica esta película para mayores de 18 años ¿Por qué? Si las niñas de 14 son en España público objetivo del negocio del aborto, si cada día se les ofrece con más facilidad someterse a un aborto y tienen capacidad para decidir sobre él, ¿qué más da que vean un documental y se informen? La única razón que se me ocurre es que hay algo que no se les cuenta a estas niñas y que se quiere ocultar. El aborto es matar una vida y deja secuelas para siempre en las mujeres que se someten a uno.
María González Zabal
Ser uno mismo
La indefinición del concepto moda

Una idea de autobus aplicada a la realidad

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The times they are a-changing

(Hay un vídeo de la canción al final del post. Te aconsejo que la escuches mientras lees la letra y que después vuelvas a leerla una y otra y otra vez.)
Come gather round people wherever you roam
And admit that the waters around you have grown
And accept it that soon you´ll be drenched to the bone
If your time to you is worth saving
Then you better start swimming or you´ll sink like a stone
For the times they are a-changing
Come writers and critics who prophesice with your pen
And keep your eyes wide, the chance won´t come again
And don´t speak too soon for the wheel´s still in spin
And there´s no telling who that it´s naming
For the loser now will be later to win
For the times they are a- changing
Come senators, congressmen, please heed the call
Don´t stand in the doorway, don´t block the hall
For he that gets hurt will be he who has stalled
There´s a battle outside and it´s raging
It´ll soon shake your windows and rattle your walls
For the times they are a-changing
Come mothers and fathers throughout the land
And don´t criticise what you can´t understand
Your sons and your daughters are beyond you command
Your old road is rapidly aging
Please get out of the new one if you can´t lend your hand
For the times they are a-changing
The line it is drawn, the curse it is cast
The slow one now will later be fast
As the present now will later be past
The order is rapidly fading
And the first one now will later be last
For the times they are a-changing
Divagación acerca del arte del siglo XX

A principios del siglo XX comienzan las corrientes de vanguardia con la intención de romper con el academicismo artistico que pretendía la representación fiel de la realidad. La aparición en escena de la fotografía y el cine impulsará la negación de la tradición artística y a partir de esta, el arte se convierte, al menos así lo entiendo yo, en una manifestación de la visión del artista ante la vida y por tanto en una vía de autoafirmación.
Reflexión de un relato no acabado

Paseé la mirada por la inmensa estantería desbordada de libros. Me pregunté qué habría en el interior de esos tochos. Me hice consciente de que no estaba sólo ante un montón de páginas escritas, sino que lo que miraba eran decenas, cientos de historias mejor o peor contadas por alguien, en un momento determinado de nuestro transcurrir, que habían ido a parar a aquella biblioteca. En ella se apretujaban unas a otras conservando cada una con celo el espacio que le pertenece por derecho, ese que necesita una historia para cumplir su propósito, el de ser contada.
Así comencé una vez un relato que quiso hablar de lo pequeña que se siente una persona ante la inmensidad del conocimiento, de la importancia de saber elegir adecuadamente lo que lees, del necesario ejercicio de superar el esfuerzo que requiere la lectura de un libro, de la inmediatez como valor supremo en nuestra sociedad que dificulta la detallada lectura de un buen libro y de la necesidad que nos hemos creado de consumir y desechar historias a un ritmo desenfrenado. Demasiadas cosas para contar en un solo relato, quizá por eso nunca lo terminé.
A veces, me sorprendo a mi misma pasando las páginas del libro con la única intención de llegar al final de la historia. Ayer mismo pensé en esto mientras leía la novela de Delibes, "Mi idolatrado hijo Sisí", maravillosamente bien escrita y sobre cuyas páginas deslizaba la mirada con rapidez sin detenerme ante su estilo. Entonces me vino a la cabeza ese relato nunca escrito y todas esas cosas que quiso decir.
Por otro lado, he estado pensando en las consecuencias de la democratización de la literatura, que favorece que cualquiera hoy pueda publicar un libro sin excesiva dificultad. Esto unido a una creciente necesidad de expresión por un deseo en auge de autoafirmación nos ha llevado a nadar en un mar de mala literatura.
A lo que voy es a decir que elegir es cada vez más difícil y disfrutar de lo bueno, dadas las circunstancias, también.
Fin, cima y facultades


Sé que puede parecer que estoy cambiando de tema radicalmente pero ayer, además de haberme preguntado por este señor, haberle envidiado y haber querido conocerle y mantener largas conversaciones con él sobre la vida en general, vi una entrevista que hicieron en un programa de Tve2 que se llama "Últimas preguntas" al director de la película- documental "La Última cima", que precisamente se estrena hoy en mi ciudad, Vitoria.
Me ha parecido que Juan Manuel Cotelo decía cosas muy interesantes y hermosas. Lo que más me ha gustado es lo que dice al final de la entrevista. Resumiendo, que si algo se puede concluir de este documental que retrata cómo era el sacerdote Pablo Dominguez, fallecido el 15 de febrero de 2009 en el Moncayo, es que uno no puede decidirse de pronto a ser un gran músico, un gran escritor o un gran matemático, ya sea por la carencia de facultades o por no haber potenciado el desarrollo de estas. Sin embargo, todos los seres humanos estamos capacitados para poco a poco ir haciendo las cosas un poco mejor: ser más generosos en un momento determinado, sonreir a alguien, tener un detalle de cariño con una persona etc. Estas palabras me han convencido porque he pensado que probablemente mi fin se asemeja más a este tipo de perfeccionamiento que al de convertirme en un Bob Dylan, un Oscar Wilde o un Poincare de la vida. Aunque, ¿ te imaginas poder conseguirlo todo? ser como Wilde, Dylan y Poincare, al mismo tiempo y además, ser una gran persona, estoy segura de que algo fallaría.
Os aconsejo que veáis la entrevista, merece la pena. Es posible que vaya hoy a ver la película así que ya haré una humilde crítica.
http://http//www.rtve.es/mediateca/videos/20100606/ultimas-preguntas/791480.shtml
¡Horror! El alcohol a edades tempranas afecta al funcionamiento cerebral

Urgencia de autoayuda
Nos encontramos realmente en un periodo en que nos hemos olvidado de lo más simple tratando de descubrir las cosas más complejas y escondidas del planeta. Nos creemos así los dueños del universo cuando en el fondo no tenemos nada. Cualquier ciudadano de unos siglos atrás se reiría al ver cómo nos desesperamos por buscar ansiosamente la felicidad en las cosas más banales. ¿Y acaso sabemos qué es lo que nos hace felices?

Mª Nuria Ferrer-Chinchilla
Yo aborté: Cuando decir la verdad no es fácil

En apenas tres días de estancia en Pamplona, esta mujer ya ha visitado cuatro residencias universitarias y dos colegios. Aunque esa capacidad de comunicar, de transmitir su mensaje parezca innata, todos sabemos que reconocer nuestros propios errores nunca es tarea fácil y a Esperanza, en su caso, le costó diez años.
Desde que abortase a su hijo en 1986, esta mujer sufrió una década de silencio condenada a pesadillas constantes, autolesiones y ataques de ira que la llevaron al punto de maltratar física y psicológicamente a su único hijo. Fue en Toronto durante Encuentro Mundial de los Jóvenes en el verano 2002, cuando Esperanza despertó de este mal sueño. “Estaba desconsolada, no sabía que hacer con mi vida. Llevaba un largo tiempo yendo al psicólogo y no notaba ninguna mejoría. Decidí ir a ver al Papa Juan Pablo II a Toronto, a pesar de llevar bastante tiempo alejada de la Iglesia. Nada más confesarme, un sacerdote me dio la clave para dedicarme a lo que hoy me dedico: saber utilizar ese mal que hice para conseguir el bien”, señala Esperanza.
Tres años después, en marzo del 2005 Esperanza se encontraba dando testimonio de su experiencia en la sede de las Naciones Unidades en Nueva York durante la 49º Conferencia Internacional de la Mujer "Pekín + 10". Este viaje fue lo que marcó el inicio de su labor, que desempeña hasta el día de hoy: dar testimonio de la experiencia que ha tenido como mujer que abortó voluntariamente. Nada más acabar el encuentro, Esperanza decidió incorporarse en la Asociación de Victimas del Aborto (AVA) para poder ayudar a las mujeres que también habían abortado. “Fue un año duro. No daba abasto. Era incapaz de conciliar mi vida laboral y familiar, tenía un hijo adolescente al que atender”. Finalmente, debido a la libertad de horarios que ofrecía, se incorporó a la Fundación Red Madre en donde se dedicó especialmente a hablar con las mujeres que dudaban en abortar.
Este año Esperanza ha publicado su primer libro titulado Rompiendo el silencio. En él aparecen recogidas tanto su experiencia personal, como la de hombre y mujeres con los que ella ha tratado. El prólogo está escrito por su gran amiga, la periodista Cristina López Schlichting quien le ha ayudado a sacar el proyecto adelante, cuyos beneficios van a ir a parar a la Fundación Red Madre. “Tenemos que tener el compromiso de no callarnos, de decir la verdad. No podemos tolerar que nos manipulen más a las mujeres.
Si la Ley ampara matar a un hijo, ¿quién nos dice que no acabará declarando lícito que un hijo mate a una madre?”, se pregunta Esperanza.
Esta mujer sabe de lo que habla y por eso no tiene pelos en la lengua. Ella ha sido una víctima más de lo que no se nos cuenta a las mujeres al traspasar las puertas de una clínica abortista.