¿Dos osos en una sola cueva?

Me parece interesante reflexionar sobre este artículo escrito por el catedrático de derecho Eclesiástico en la Universidad Complutense de Madrid, Rafael Navarro Vals, y publicado recientemente en Alfa&Omega.

Los valores de la sociedad de la que somos miembros e integrantes se originan en ella a través de la influencia que ejercen en nosotros los distintos grupos que la forman. La Iglesia, como parte de la sociedad, integrada por miembros de ésta influye, como otros muchos sectores, en la configuración de la personalidad social.

Sin embargo, debido al carácter antirreligioso del Estado moderno, la Iglesia parece ser el único grupo social que no tiene derecho a expresar su opinión y al hacerlo influir en sus miembros y en el resto de miembros de la sociedad . No hablamos de imposición, sino de influencia. Hablamos de una sociedad abierta con pluralidad de opiniones en la que caben, como dice Navarro Vals, razonables fuerzas discrepantes.

En este artículo se describe el papel que ha adoptado el Estado adueñándose de competencias que no le pertenecen porque son las que debe adoptar la sociedad configuradora de su propia personalidad. De este modo, citando de nuevo a Navarro Vals , el Estado ideocrático tiende al paternalismo al intentar proteger al ciudadano de toda alerta espiritual que despierte a las sensibilidades dormidas, precisamente porque ese influjo le parece corrosivo de la libertad.

No parece razonable que los jóvenes nos conformemos con esto. El Estado no debe ser el dueño y señor de la sociedad, porque debe ejercer sobre ella una función meramente organizativa. Dicho esto, os animo a que leáis el artículo que estoy segura os va a interesar.
http://http//www.alfayomega.es/revista/2009/637/14_reportaje1.html

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