Podría comenzar esta reseña, como cualquiera de las muchas que se pueden encontrar en Internet, con una breve explicación sobre la figura de Ryszard Kapuscinski. Para continuar, podría señalar la estructura y los principales temas abordados en Los cínicos no sirven para este oficio. Como conclusión final, enumeraría los galardones y reconocimiento que el autor ha cosechado tras su virtuosa carrera profesional como periodista y escritor. Si me ciñese a este esquema, demostraría que realmente no me importa la carrera de periodismo que estoy estudiando ni lo que se diga de ella. Pues bien, como no me he equivocado de carrera y me importa la situación en la que se encuentra ésta voy a exponer una reflexión acerca de las ideas, experiencias y cuestiones que nos sugiere el autor es su obra Los cinicios no sirven para este oficio. Ya lo dice Kapuscinski: “El arte y la literatura contemporáneos requieren la participación activa de los otros”.
Cuando el autor habla de la pobreza como “la falta de esperanza”, no sólo podemos relacionarlo con el dilema de Oriente, como el de África, sino también, con ese escepticismo occidental que vivimos en general en nuestra sociedad y que, en particular, sufre y padece nuestra profesión. Puede que sea esa rutina, la cotidianidad que nos ofrecen los medios de la historia actual: “su historia”, como dice Kapuscinski . Una historia de paradojas, dramas y tragedias, en la que el entretenimiento supera a la información y en donde la información significa, a su vez, competición.
Si observamos, experimentamos y aprendemos que el mal triunfa sobre el bien en criterios de noticiabilidad,( el horror es lo
usual, o así no los hacen creer las noticias del día) no es de extrañar que los estudiantes de Periodismosintamos cierto desconsuelo ante este vertiginoso mundo profesional.Sólo cuando se llega a pensar que la verdad no es importante, surge una voz interior en forma de corresponsal que susurra entre grafías y paginas, un concepto nuevo: el gran periodismo..Un término que habla de bondad, esfuerzo, principios morales, del amor al prójimo y al mundo que nos rodea, de la compresión y el anonimato, del gusto por el detalle o la experiencia directa. Toda una serie de concepto inusuales en plena era digital pero que, en elsiglo pasado, formaron la conciencia y el hábito de trabajo de los que hoy se consideran grandes figuras y maestros del periodismo.
En el siglo XXI, la profesión nos ha cerrado la puerta, pero kapuscinski nos ha abierto una ventana. Una ventana que nos deja ver que otra realidad de la profesión es posible. La esperanza de volver a creer en los principios, los valores y las situaciones al límite. Que el saber no ocupa lugar, que no hay una historia, sino muchas; tantas como hombres y mujeres hay en mundo. Cuando lees este libro, te das cuenta que de lo que realmente está hablando el autor no es de la profesión sino de los valores humanos, del espíritu de servio que hay adoptar ante la vida. Cuando alguien se da cuenta del valor que encierra el prójimo como fuente, como lector, como amigo, entonces podrá afirmar: “Todas las historias merecen ser contadas” .